domingo, 14 de julio de 2013

Presentación - Capítulo 6

Hola a todos, bueno me voy a presentar rapidamente. Mi nombre es María, pero me llaman Meer, tengo 14 años y voy a pasar a 3º, me encanta todo lo que sea un libro, trate sobre lo que trate. Espero que os gusten los capítulos durante el tiempo que esté sustituyendo a mi hermana, los subiré cada dos semanas aproximadamente, a veces serán antes y otras me retrasaré un poquito. Besitos para todos ^^

*Capítulo 6
Lo primero que escuché la mañana después de mi pequeña “pelea” con Gale, fue una voz chillona y cantarina diciéndome que en un par de horas estaríamos en el Capitolio, sin duda aquel no fue un buen despertar. Al llegar al comedor incluso nuestra pelirrosa acompañante se encontraba en silencio, cosa que era realmente extraña. –Buenos días a vosotros también- dije con un claro sarcasmo mientras me sentaba en la mesa. El recuerdo de los labios de Gale sobre mi mejilla estaba todavía latente y no pude evitar mirar al moreno fijamente mientras que este parecía estar muy entretenido con el líquido marrón que había en su taza, además el jodido había decidido terminar con la poca salud mental que me quedaba al presentarse en el desayuno sin camiseta -¿Qué estás mirando rubita?- me mordí el labio inferior posando mi vista en mi plato vacío. Noté como alguien suspiraba y a continuación Effie decidió salir arrastrando a Haymitch consigo. “Te quiero Effie” pensé en aquellos momentos.

POV Gale
No había podido dormir casi nada, por lo que el hecho de que Effie me despertase tan sumamente temprano, no era precisamente agradable. Lo poco que había dormido lo había hecho sin camiseta, por lo que la pereza de tener que sacar una del armario para ponérmela venció y me fui a desayunar sin ella. Cuando entré al comedor mi mentor escupió lo que quisiese que se estuviese tomando al verme con las pintas que llevaba –Vaya, creía que esa reacción es más propia de una chica- dije riéndome mientras que Haymitch parecía querer matarme con la mirada –Cállate y ni se te ocurra abrir la boca, me duele la cabeza- me soltó fríamente –Y tú y yo tenemos que hablar.- añadió mientras que Effie nos miraba confusa, aunque para que engañarnos, yo estaba igual o más confusa que ella. Cogí una taza con un extraño líquido marrón, que por lo visto se llamaba chocolate. De un momento a otro la puerta se abrió y no me hizo falta levantar la vista de mi “interesantísimo” chocolate como para saber que era Madge. Todavía me preguntaba como había sido capaz de besarla la noche anterior, a ver, no vamos a montar un drama, que fue un beso en la mejilla, pero el abrazo que la rubia me proporcionó consiguió que una ola de calor se extendiese por todo mi cuerpo. Estaba tan concentrado en mis pensamientos que tardé un rato en darme cuenta de que Madge me estaba mirando -¿Qué estás mirando rubita?- no sé que era tan interesante como para que me mirase de esa manera. “Vas sin camiseta genio” replicó una vocecita en mi cabeza. Al ver que no me contestaba levanté la mirada topándome con una imagen que bien podría hacer perder la cabeza a cualquiera. Madge se estaba mordiendo el labio de una manera jodidamente provocativa y sus ojos verdes brillaban de una emoción que no pude distinguir. Cuando fijó su vista en el plato suspiré sin saber muy bien por qué. Lo que si supe en aquellos momentos es que nuestra “queridísima” acompañante había salido dejándonos solos.


El hecho de estar en la misma habitación que Madge a solas provocaba en mi una sensación que no podía explicarme, y que se estuviese mordiendo el labio de ESA manera solo conseguía hacer que quisiese besarla en esos momentos. ¿Me había fijado antes en la hija del alcalde? Si, lo había hecho, llevo vendiéndole las fresas como cinco años, y vamos al mismo instituto, también fuimos al mismo colegio así que conocerla la conocía, la primera vez que la ví iba con un vestido amarillo con flores y dos coletas, ese día no pude evitar pensar que era “la niña más guapa de este mundo”, claro que a medida que fui creciendo empecé a enamorarme de Catnip, aunque he de admitir que nunca me olvidé de Madge ni de que había sido la primera chica que, por decirlo de alguna manera, me había gustado. –Bueno… Pues… Esto… Creo que…- la chica de las fresas empezó a balbucear y sus mejillas se sonrojaron –¿Por qué tienes que ser tan jodidamente perfecta?- si, lo dije en alto, sin pensar y sin darme cuenta de que Madge seguramente lo había escuchado. Mis sospechas fueron confirmadas en el momento en que ella levantó la cabeza con los ojos abiertos de par en par al igual que la boca. Esbocé una pequeña sonrisa y tratando de imitar la voz de la chica que tenía enfrente dije –Cierra la boca Madge, que te van a entrar moscas- la rubia empezó a reírse como si no hubiera un mañana, y pronto me contagió su risa. Cuando terminamos de reírnos quería seguir escuchando esa risa que segundos atrás me había contagiado –Oye… solo por curiosidad… ¿tienes cosquillas?- intenté sonar curioso pero no la engañé y se levantó de la silla en la que estaba sentada para intentar salir del vagón. Pero lamentablemente para ella, la puerta estaba más cerca de mí que de Madge, así que solo tuve que dar un par de zancadas para colocarme delante de la salida. Bufó sonoramente y antes de que pudiese decir nada ya la había cogido como un saco de patatas. –Gale…- dijo en un tono tan relajado que daba miedo- ¡Bájame!- de repente se puso a darme golpes en la espalda pero no sentía nada. La tumbé en un sofá, no seáis malpensados, y comenzaron las cosquillas. Su risa no tardó en invadir la sala al igual que sus gritos pidiéndome que parase. Y lo hice, al cabo de un rato paré para que pudiese recuperar el ritmo normal de su respiración, pero al intentar levantarme tropecé, quedando a escasos centímetros de la rubia. Mi respiración se agitó, mi ritmo cardíaco aumentó en cuestión de milésimas de segundo, las manos de la rubia se posicionaron en mi pecho desnudo –Gale…- susurró mientras se mordía el labio de esa jodida forma. Y no pude evitarlo, empecé a inclinarme, milímetros separaban mis labios de los suyos, sus manos se encontraban ya acariciando mi nuca, mientras que mis brazos estaban a sus costados para evitar aplastarla. Pegué mi anatomía a la suya sin llegar a dejar caer el peso y justo en ese momento escuché la puerta cerrarse, haciendo que me levantase de un salto. Haymitch estaba ahí parado con la boca abierta, había tardado unos segundos en separarme de Madge por lo que no sabía cuánto había visto el viejo. –Eh… Podéis seguir con lo vuestro, que yo ya me iba- estaba claramente incómodo y salió de la habitación corriendo. Sonreí ante la acción de Haymitch y cerrando la puerta me giré hacia Madge y, cómo no, se estaba mordiendo el labio -¿Puedes dejar de hacerlo?- pude ver la confusión en su rostro, pero es que si seguía haciéndolo iba a terminar volviéndome loco -¿Hacer el qué?- y ahí estaba otra vez, el puñetero labio de las narices –Eso- directo, pero no claro, la rubia levantó una ceja sin soltar el labio del agarre de sus dientes –Repito ¿el qué?- me acerqué a ella que se había levantado ya y rodeando su cintura con un brazo pasé mi pulgar por su labio inferior haciendo que su boca quedase entreabierta y lejos del agarre de esos blancos dientes. “Contrólate Gale, no pierdas la cabeza” me dijo una cosa llamada conciencia, “Déjame en paz” le contesté. Y no me resistí más, fundí mis labios con los de Madge, y ella no tardó en contestar al beso pasando sus brazos por mi cuello y acariciándome la nuca sin ser consciente de la de sensaciones que eso me producía. Poco a poco la intensidad del beso fue aumentando y yo fui perdiendo la cabeza lentamente. Mis manos recorrían cada centímetro de su espalda, mientras que las suyas seguían acariciándome la nuca de una manera jodidamente perfecta. Nos separamos por la falta de aire y me di cuenta de que sus ojos no eran completamente verdes, si no que tenían ligeros toque de azul rodeando la pupila y que el verde era un verde que me recordaba a los árboles más jóvenes del bosque, esos que tenían las hojas más viejas de un verde intenso y que por el contrario las hojas nuevas tenían un color verde manzana. También me percaté de que tenía ligeras pecas muy claritas a lo largo de la nariz, y que tenías que acercarte mucho porque de otra manera no eran visibles. O que se sonrojaba por cosas tan simples como que juntases tu frente con la suya. Que el tacto de sus mejillas era suave cual lana y su cuello era terso y te invitaba a besarlo con dulzura. Me di cuenta de muchos rasgos de Madge en esa pausa, pero sin duda me di cuenta de que me volvía loco, de que la molestaba porque necesitaba estar con ella, acercarme a ella. Y caí en la cuenta. Yo, Gale Hawthorne, me había terminado enamorando de la chica de las fresas… Madge Undersee.

Cambio de escritora

Suspensos y vacaciones, motivos por los cuales no he publicado, debido a que no tengo tiempo para escribir capítulos le voy a ceder la historia a mi hermana, por lo que entre ahora y mañana por la mañana tiene pensado subir el primer capitulo. Muchísimas gracias por todo vuestro apoyo :))